25/1/90

Padre

Es mi sangre la que clama
tu presencia.

Es mi alma quien te recuerda,
la que busca tu consejo.

Son mis lágrimas las que hablan
asimilando tu voz.

Son mis manos las que admiran
las tuyas.

Son mis ojos los que ambicionan
abrir los senderos,
y encontrarnos al final
del camino.

2 comentarios:

Mónica dijo...

qué liiiinda, me siento plenamente identificada... mi viejo.

Alicia dijo...

Sin lugar a dudas habrá un encuentro al final del camino.-
Muy triste poema donde afloran todos los sentimientos por el ser querido que ha partido.- Ojalá puedas recordar los bellos momentos compartidos.- Un saludo, Alicia.-